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Incidente en el Teatro Real de Madrid entre la Guardia Civil y el general Narváez, Presidente del Gobierno

La defensa de sus guardias civiles por parte de su primer Director General, el Gran Duque de Ahumada

Una de las primeras anécdotas que se conocen tras la fundación de la Guardia Ciivl, fue relatada por el propio Duque de Ahumada en sus memorias. Hace referencia a la disciplina en el servicio y en el cumplimiento exacto de las órdenes recibidas por parte de la Guardia Civil

Era la noche del 19 de noviembre de 1850, seis años después de su fundación. En el Teatro Real de Madrid se representaba “La Favorita”, de Doniccetti, con asistencia de la Reina Isabel II, su Gobierno, embajadores acreditados y otras personalidades de la época. La custodia del edificio y sus accesos fue encomendada a la Guardia Civil. 

Un carruaje intento pasar por un lugar no permitido y un Cabo, lo paró, sin saber que quien allí viajaba era el Jefe del Gobierno, general Naváez, el mismo que había firmado el Decreto Fundacional del Cuerpo. 

El Cabo le dijo al cochero que por allí no podía pasar. “Este coche sí”, repuso el cochero, altivo. “ni este coche ni ninguno”, reiteró el Cabo. En ese momento, el general grito desde el interior: “¡Adelante, cochero!”. Al escucharlo, el Cabo le explicó, respetuoso, que tenía orden de que por allí no pasará nadie. “Esa orden no reza conmigo”, le dijo Narváez. Pero el Cabo, lejos de amedrentarse, contestó: “Mi general, si Vuestra Excelencia pasa por aquí, será atropellando esta arma, encargada de cumplir una consigna”. Su firmeza hizo que el Presidente renunciará y entrará finalmente por donde estaba ordenado.

Al llegar al palco, Narváez llamó al Duque de Ahumada furioso, le informó: “Un Cabo de Guardias Civiles me ha puesto en ridículo, sin tener en cuenta mi cargo”. Informado de primera mano el Duque de Ahumada de lo ocurrido, le contestó que el Cabo no había hecho más que cumplir con la orden que tenía, por lo que no había cometido falta alguna. El general Narváez, ya más apaciguado, pidió al Duque de Ahumada que únicamente debía trasladarlo lejos de Madrid.

Al día siguiente, el Duque de Ahumada le llevó personalmente a su despacho dos oficios: en el primero su cese en el cargo de Inspector General del Cuerpo de Guardias Civiles; en el segundo, firmado ya por quien quedaba en el mando accidental de la Institución, el traslado del Cabo. 

“¡Qué exagerado es usted!”, exclamó Narváez. “la cosa no es para tanto”.

Pero Ahumada, muy serio, le replicó: “Ya lo creo que lo es. No hemos creado un Cuerpo como la Guardia Civil para pisotear su prestigio a las primeras de cambio. El traslado de ese hombre es una injusticia que yo no cometo de ninguna manera”. Al final, Narváez recapacitó y dijo a su subordinado: “Rompa usted el oficio y entréguele este cigarro puro en mi nombre al Cabo, pues tengo mucho gusto en que se lo fume la única persona que se ha atrevido conmigo. Estos son los soldados que España necesita”

El honor y la disciplina. Principios fundacionales del Cuerpo.

Esta primera anécdota conocida de la Guardia Civil, demuestra el verdadero espíritu del Cuerpo y de su fundador, que si bien se trata de un Cuerpo sometido a una estrecha disciplina, no por ello se permitirá dentro de él la arbitrariedad o injusticia alguna.

Recientemente, en mayo del año 2020, hubo un general del Cuerpo, Laurentino Ceña, máximo responsable de la Guardia Civil después del director general (este último actualmente es un político y no es por tanto guardia civil), que siguiendo los pasos del fundador prefirió presentar su dimisión a participar en el injusto cese de un subordinado. Hablamos del General Laurentino Ceña y del Coronel Cobos, que fue cesado este último por orden del Ministro del Interior por precisamente haber cumplido con sus obligaciones legales.

En este caso el Ministro actuó de una forma muy distinta de como lo hizo el general Narváez, Presidente del Gobierno en  tiempos de la fundación. Ha sido un Juzgado, tras el cese ilegal de nuestro Coronel y la dimisión de todo un General de la Guardia Civil, quién afirmó en su resolución judicial que el cese había sido ilegal, y por ello ordenó la restitución del Coronel en su cargo. 

“Claro está… no todos los hombres de hoy son aquellos hombres de ayer”

Este sentido del honor y del deber es la principal cualidad que hace que la Guardia Civil sea, con mucha diferencia, la Institución más querida de España. Como reza el artículo primero de la Cartilla del Guardia Civil escrita por el fundador del Cuerpo y que como hierro vivo marco el espíritu de nuestros guardias civiles “El honor a de ser la principal Divisa del Guardia Civil; debe por consiguiente, conservarlo sin mancha. Una vez perdido no se recobra jamás

“Nuestro mayor reconocimiento a aquellos guardias civiles que, inspirados en el Gran Duque, no quisieron vivir sin Honor o no quisieron dejar de cumplir una consigna” 

Aspirantes.es

La Fundación de la Guardia Civil. Breve anécdota.

Hecho sobre la Fundación de la Guardia Civil. Anecdota ocurrida en Mardid.

El Duque de Ahumada, fundador de la Guardia Civil.

Anécdota entre el II Duque de Ahumada, fundador de la Guardia Civil y el General Narvez, Presidente del Gobierno.

Dimisión del General Laurentino Ceña.

Similitud entre la dimisión del General Laurentino Ceña, DAO de la Guardia Civil, y lo ocurrido en su día con el fundador del Cuerpo, el II Duque de Ahumada.

Cese del Coronel Cobos. 

El cese del Coronel Cobos tiene cierta similitud con una anécdota fundacional.

 

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